“De Tuxtla los vieron llegar mis hermanos emplumados; eran los delegados que venían a mandar”.

Los delegados regionales son de alguna manera los ojos y oídos, pero también las manos del gobierno estatal en una región. Ellos reflejan a esta ante el gobierno central, pero también reflejan los vaivenes de la política estatal, el rumbo que se le quiere dar a una zona en particular, la importancia que esa región tiene en el ámbito político estatal, pero también el olvido y la marginación que padece.

Desde que inició el sexenio de Sabines hemos visto desfilar a delegados variopintos que llegan como «Jibaritos» y se van a los pocos meses sin pena ni gloria, ya sea porque «les cambiaron la jugada», ya porque cayeron de la gracia en la que presumían estar. Otros más se van porque les quedó grande el saco, otros porque se pasaron de lanza. Razones hay muchas, pero se pierde continuidad.

Vimos «desfilar» al primer delegado de gobierno, Rubén Madariaga, como preludio de la caída política del otrora poderoso grupo perredista de «Los Talibanes», a pesar de que ese grupo le ganó el distrito a Sabines en las elecciones que lo llevaron a gobernador y era local. Llegó otro perredista, enviado del centro, a ocupar la delegación de gobierno, la misma que Orquídea Sosa tuvo como su «feudo» durante todo el sexenio de Pablo Salazar. El nuevo delegado, Gabriel Robles, tuvo que adaptarse a los modos aldeanos de la política ch’ol y hay la lleva… considerando lo poco que permanecen ahora los delegados, podemos decir que «ya duró».

También «desfiló» el «Delegado Zeta», es decir Enrique Zepeda, quien se estrenó como delegado de caminos y, al transformarse la dependencia, quedó como subdelegado de infraestructura, con la mala suerte que sobre de él quedó un pelmazo y «pa’ las pulgas» de Zepeda, pues nada más no duró, aunque tampoco el «finolis» de su jefe yajalonteco. Ahora en Infraestructura hay otro delegado, otro tuxtleco que tendrá que aprender los «usos y costumbres» de esta región. Le costará trabajo, porque le hace honor al apellido: es Soberano, pero soberano «fresón». «Desfiló» de igual forma la más bella de las delegadas, la de Economía, Carmen Mosqueda, cuando a su «padrino» Herrán Salvatti le «cambiaron los vientos» y en su lugar quedó «La Tía Cata» Medina González, a quien le salió bien la jugada de salirse del PRI para irse al PRD.

Recién tuvo que salir, aparentemente para hacerse un «maniquiure», el coordinador de transporte, Lenuel Nieto, y se esperaba la entrada de un local que conociera el medio para poder entrarle a tan conflictivo sector; en su lugar mandaron a otro tuxtleco, Marco Antonio Barajas, quien supongo es bueno para echarse «una manita» de póker. El «joseanista» «Harry el Sucio», es decir el médico Arnulfo Hardy, pese a jugar en el equipo contrario, supo colarse al equipo ganador y regresó -como el general McArthur- a la Jurisdicción Sanitaria. Por lo menos conoce a la raza. Su carnal «El Chivo» Hardy, también sigue firme en su «huesito» estatal, con lo que demuestra que es buen chef, pues sabe mover la olla para que no se le «haga bolas el engrudo».

Guty Cañas demostró, al «pescar hueso», que era buen candidato para la delegación de pesca, y pues esa es la que le dieron. A Sabás Martín Lara Moreno le tocó venir a lidiar con el magisterio al hacerse cargo de la delegación de educación, misma que pretendía el ex-diputado Alfredo Molina, a quien con el mismo cargo enviaron a Comitán, con lo que respiraron tranquilos en Palenque quienes toman en serio la educación. En turismo, y en calidad de «turista», tenemos al delegado «Cero», pero no al comandante Marcos, sino a Danielito Álvarez, a quien lo de «Delegado Cero» le viene por lo intenso de su actividad…social, porque en turismo tiene el mismo valor que un cero a la izquierda. Pero, bueno, es de este corral. Al delegado de vivienda, Ariel Requena, le cambiaron el esquema y ahora es el delegado «Chubidubi», no porque le entre a esas cosas, sino porque su dependencia se transformó y ahora sus siglas son «SEMADUVI». En fin, son tantos que no hay ni para cuando acabar. Muchos vienen de fuera y ni la semana completa trabajan pues, como los maestros, se van el viernes por la mañana y regresan los lunes por la noche. Ya ni hablar del conocimiento local que puedan tener o del compromiso con esta región, cuando ni sus casas tienen por acá.

En Pocas Palabras…en el gobierno de «Hechos y no Palabras» sigue el «Carnaval» de los intereses de grupo y el «Desfile» de «embajadores», «virreyes» y «comendadores» que, como la canción vernácula señala, «de Tuxtla los vieron llegar mis hermanos emplumados»; eran los delegados que venían a mandar.